Esa delgada línea entre el amor y la obsesión. #

Es la misma que nos separa del éxito o del fracaso, de la felicidad o la tristeza. Pero cuando resulta que estas justamente en esa línea te das cuenta de que es como estar en medio de la nada, no sabes a quién quieres, no sabes que es lo correcto o si vas a fracasar, no sabes si estas alegre o triste. No sabes absolutamente nada, pero es en ese mínimo instante cuando mas relajada te sientes porque notas que es como si el tiempo se hubiese detenido, que no hay ni pasado ni futuro, que es el aquí y ahora, pero aun así no te gusta estar ahí, tienes miedo de no saber donde te encuentras e intentas salir a la fuerza de ese lugar, lléndote de fiesta, engañándote a ti misma diciendo que quieres a una persona, haciendo que la gente de tu alrededor sea feliz y te lo contagie a ti.
Pero cuando todo eso pasa, y vuelves a tu casa, a tu habitación, te das cuenta que sigues estando en ese lugar, que has vuelto a él o mejor dicho, que en realidad nunca habías salido y te empiezas a dar cuenta que es mejor no preocuparse, que seguramente sea porque has encontrado la estabilidad, la pizca de perfección que has buscado durante mucho tiempo. Y es ahí cuando caes en la cuenta de la tranquilidad y alegría que sientes, cuando decides disfrutar de esa calma y que todo pase cuando y como tenga que pasar.