No me importaría estar así eternamente, perdida entre tus brazos... Es en ese preciso instante cuando todo alrededor se ralentiza, las manecillas del reloj enmudecen, los coches veloces frenan y tú y yo, ahí, aprovechando cada segundo. Besos, y más besos, una mano traviesa, una boca entreabierta que pide más... Son tus labios los que me incitan a perder la cordura. Quiezás no sea como estar a 3 metros sobre el cielo, pero a 2.55 metros sí.
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